IES San Juan Bosco: una comunidad con alma
Una parte fundamental de mi experiencia en el máster fue, sin duda, el centro en el que realicé las prácticas: el IES San Juan Bosco, en Lorca. Cuando uno se incorpora a un instituto como docente en formación, llega con cierta incertidumbre: ¿cómo será el ambiente?, ¿el profesorado?, ¿el alumnado? En mi caso, todas esas dudas se disiparon muy pronto. Encontré una comunidad viva, comprometida, abierta y, sobre todo, con alma.
Este instituto, con una larga trayectoria vinculada originalmente a la formación profesional, ha sabido crecer, adaptarse y transformarse en un espacio educativo que apuesta por la inclusión, la cooperación y el respeto. Su enfoque como Comunidad de Aprendizaje no es un simple lema: se vive en los pasillos, en las aulas, en los talleres y en las tertulias. Alumnos, profesores, familias y personal no docente forman parte activa de un mismo proyecto.
Lo primero que me impresionó fue la diversidad. Estudiantes de distintos orígenes, niveles, intereses y realidades compartiendo espacio. También me llamó la atención la amplitud de la oferta formativa: ESO, Bachillerato, múltiples ciclos formativos de grado medio y superior, formación básica... y todo funcionando como un engranaje que, aunque complejo, se mantiene firme gracias al esfuerzo colectivo.
Tuve la suerte de integrarme en un claustro muy profesional, pero también muy humano. Docentes con vocación, que no solo enseñan su materia, sino que acompañan, escuchan, orientan. Y un alumnado que, con sus luces y sombras, refleja la riqueza —y también los retos— de la escuela pública actual.
Además, participar en actividades como los Grupos Interactivos o las Tertulias Dialógicas me permitió ver de cerca una forma distinta de enseñar, más participativa, más horizontal, más centrada en el diálogo. No es fácil, claro. La diversidad conlleva desafíos: motivación desigual, barreras lingüísticas, necesidades educativas especiales... Pero precisamente por eso el compromiso del centro resulta aún más admirable.
El San Juan Bosco no es perfecto, como ningún centro lo es, pero tiene algo valioso: cree en lo que hace. Y para alguien que está empezando, como yo, tener esa experiencia como primer contacto con la docencia ha sido un verdadero privilegio.
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