Cómo enseñar a las abejas
Cuando estudiaba Veterinaria en la Universidad de Córdoba, nunca imaginé que mi camino profesional acabaría llevándome de los colmenares al aula. Durante la carrera descubrí una gran fascinación por la apicultura: me cautivó la inteligencia colectiva de las abejas, su organización precisa, su papel esencial en los ecosistemas y su compleja relación con el ser humano.
Esa pasión fue creciendo hasta convertirse en el eje de mi trayectoria académica. Centré en las abejas tanto mi trabajo de máster como mi tesis doctoral, profundizando en su comportamiento y en la forma en que se relacionan con su entorno natural. Aprendí a observar con atención, a interpretar señales sutiles y a respetar los ritmos del medioambiente. Las abejas, sin saberlo, me enseñaban mucho más de lo que parecía.
Siempre me atrajo la docencia, aunque nunca me planteé ejercerla en el ámbito de la educación secundaria; mi interés estaba más enfocado en la universidad. Durante varios años trabajé en el campo con rumiantes, combinando práctica profesional con investigación. Sin embargo, por cosas del destino, terminé viviendo en un pequeño pueblo de Almería. Fue entonces cuando, por primera vez, consideré seriamente la posibilidad de dedicarme a la enseñanza secundaria y decidí comenzar el Máster en Formación del Profesorado en la UCAM.
Con el tiempo, he comprendido que enseñar no es tan distinto de cuidar una colmena: requiere paciencia, atención constante, capacidad de adaptación y, sobre todo, humildad.
Este blog nace de esa transición: del mundo de la apicultura al de la educación. Aquí quiero compartir mi experiencia en el máster, reflexionar sobre lo que voy aprendiendo y explorar cómo unir el conocimiento científico con la vocación docente.
Porque, aunque pueda parecer extraño, las abejas también tienen mucho que enseñarnos sobre cómo educar. Solo hay que saber observar.
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